3/26/2009

La perspectiva del observador


Ayer a la noche, hace un rato, fui a ver unos cortos de Chaplin en el marco del felizmente prestigioso BAFICI. Fui más atraído por la sonorización en vivo de Juana M., sinceramente, que por Chaplin, quizas mis niveles de ignorancia en determinados temas sean graves. 
No obstante, probablemente lo más interesante de la noche haya sido una discusión que se dio entre los espectadores. Y no es que J Molina, ni los cortos de Chaplin, ni el resto de los músicos que fueron parte de la obra, no hayan sido interesantes. Pero me sincero al decir que, si es que acaso el  fin de una obra de arte es movilizar intelectualmente a quien la interpreta, los artistas en este caso fueron superados por la humilde realidad. 

Un señor viejo se reía, no descontroladamente, pero tampoco con el más mínimo rastro de cohibición, ante los continuos gags del carísmatico monocromático. La fila de asientos de adelante del risueño señor viejo, estaba ocupada por flacos de entre 25 y 40 años, rapados con gorrita algunos, portando gafas y un laxo afro otros, que intuyo, trataranse de estudiantes de cine.

La dicotomía en cuestión, el viejo se reía, los estudiantes de cine lo retaban. El viejo decía "pero es chaplin!!!" los estudiantes "por eso mismo!!!! callate la boca!!". El viejo "Dejenme disfrutar!!" futuros directores "Somos nosotros los que no podemos disfrutar si estas dele reirte y comentar sobre una película muda!! sacrilegiooooooo!!"
Yo estaba en un problema, coincidía con ambos bandos. No me decidía si lo que estaba viendo era  humor del más fresco o un tesoro fílmico de lo más romanticamente añejado. Solo suelo tener una sola respuesta en eso casos: Eran las 2 cosas, humor fresco, y oro en celuloide.